GIRASOLES

TEXTO 1º: 


Ayer enterré a Elena bajo un haya. Es más frágil que el roble y más desvencijada. El ruido de la tierra cayendo sobre su cuerpo rígido y el olor de su cuerpo en descomposición provocarán en mí un llanto tan sofocante que por un momento tuve la sensación de que también yo iba a morir. Pero morir no es contagioso. La derrota sí. Y me siento transmisor de esa epidemia. Allá adonde yo vaya olerá a derrota. Y de derrota ha muerto Elena y de derrota morirá mi hijo al que todavía no he podido poner nombre. Yo he perdido la guerra y Elena, a la que nadie hubiera pensado considerar un enemigo, ha muerto derrotada. Mi hijo, nuestro hijo, que ni siquiera sabe que fue concebido en el fulgor del miedo, morirá enfermo de derrota 


COMENTARIO CRÍTICO DEL CONTENIDO REALIZADO POR CRISTINA LEIVA:

Este fragmento lo he extraído de la obra Los girasoles ciegos, escrita por Alberto Méndez. Esta se trata de una novela contemporánea, ambientada en la posguerra, consecuencia de la guerra civil que sufrió España a mediados de la primera mitad del siglo XX, en la que se enfrentaron el bando republicano y un bando sublevado, estando este último apoyado en la falange española (partido fascista), la iglesia católica y la derecha conservadora, al cual se le acusa de actos de genocidio y crímenes contra la humanidad. 

En resumen la novela narra las vivencias de una serie de personajes durante esta posguerra, algunos pertenecientes al bando derrotado, y otros muchos ajenos a aquella lucha, pero que aun así sufren sus consecuencias. Y así nos adentramos en el fragmento que he elegido para comentar, el cual pertenece a la Segunda derrota: 1940 o también llamado “Manuscrito encontrado en el olvido”. Este capítulo fue finalista del Premio Internacional de Cuentos Max Aub 2002 y publicado por la fundación Max Aub. Es quizá el relato más logrado y sobrecogedor de los cuatro, nos cuenta el breve periplo de un joven poeta que huye de los vencedores hacia las montañas asturianas en compañía de su mujer embarazada. En medio de la soledad y el frío la muchacha da a luz a un niño y muere tras el parto. A través de un diario íntimo, donde el adolescente deja escrito su miedo, se nos va poniendo en antecedentes de la vana lucha que emprende el joven padre para salvar la vida de su hijo. 

En mi fragmento podemos observar cómo todas las palabras están cargadas de una profunda carga emocional, todo lo que nos va diciendo el joven poeta está inmerso en la pena, y durante todo el discurso da vueltas a una misma idea de degradación y desgracia: la derrota y la muerte. Repite insistentemente ambas palabras, tanto para referirse a él, a su novia fallecida y a su hijo, todo el fragmento gira alrededor de estas ideas. Utiliza gran cantidad de palabras relacionados con esos temas: enterré, frágil, desvencijada, llanto, morir, derrota, epidemia, guerra, enemigo, miedo, enfermo. Son todas estas palabras con claras connotaciones negativas las que nos sumergen en un estado de pesimismo y tristeza, encaminándonos poco a poco a ese fin que sufrirá tanto el joven como su hijo, va creando esa atmósfera lúgubre y, sobre todo, pesimista. 

Es una realidad dura la que vive el joven poeta, la cual está presente durante toda la obra. Aunque la verdadera reina de esta narración es la derrota, esa derrota que le causa vergüenza al propio joven, ya que esa derrota es la que lo ha hecho huir de toda esa barbarie, la que ha llevado a la muerte a su amada y su hijo: << Allá adonde yo vaya olerá a derrota. Y de derrota ha muerto Elena y de derrota morirá mi hijo…>> Esta derrota se ha llevado con ella tanto a “guerreros” como a inocentes, tanto a los que han luchado como a los que no, tanto a poetas como ha niños recién nacidos y jóvenes mujeres. Esa derrota lo ha devorado todo a su paso, no solo ha repercutido sobre los que estaban al pie del cañón, sino también sobre los que no querían o no tenían nada que ver con todas esas luchas políticas: <<…Elena, a la que nadie hubiera pensado considerar un enemigo, ha muerto derrotada. >> Y toda esa derrota solo puede estar acompañada de un fin: la muerte, el mayor temor de todo hombre. Por ello el muchacho se avergüenza de ese desenlace, se culpa a él mismo: << Yo he perdido la guerra…>>, posiblemente de no haber podido mantener viva a su novia y no poder posteriormente preservar la vida de se recién nacido, de no haber luchado más fervorosamente por sus derechos, por sus ideales, de que los otros hayan logrado la victoria, mientras que los desgraciados, siempre los mismos, acarrean con sus crudas consecuencias. Elena y su hijo representan esa gran parte de la población que no deseaba la guerra, que no tenía nada que ver con ella, pero que la han sufrido como el que más. 

Elena supone el reflejo de cómo han quedado España y los españoles: <<…más frágil que el roble y más desvencijada. >> También podemos ver este reflejo en las siguientes líneas: <<El ruido de la tierra cayendo sobre su cuerpo rígido y el olor de su cuerpo en descomposición provocarán en mí un llanto tan sofocante que por un momento tuve la sensación de que también yo iba a morir. >> Ese carácter rígido, en referencia directa a ese bando de derecha vencedor; esa España en descomposición, en la que hermanos y vecinos luchaban entre ellos por Dios sabe qué o quién; ese llanto sofocante, que es lo único que les queda a los que han sobrevivido a ese caos; esa muerte, el único fin que tenemos, que nos persigue, y la cual también podemos asemejar con el bando vencedor. 

El joven que escribe esta narración de sus vivencias es un poeta, con lo que a su vez la narración busca de alguna forma la belleza del lenguaje, con una mayor expresividad, lo cual contrasta en gran medida con el dolor que nos dice sentir, con la realidad de los hechos que cuenta. 

Trata la derrota como una enfermedad que se ha llevado a todos sus seres queridos, y la de muchos otros. Esa similitud con la enfermedad es lo que le da ese carácter amargo y desastroso, es con lo que recalca su peligro; es como una enfermedad contagiosa, ya que cualquiera que esté cerca de uno que “padezca” esa ansia de república, sufrirá sus mismas consecuencias, aun sin haber estado en contacto con tal “enfermedad”: << Pero morir no es contagioso. La derrota sí. Y me siento transmisor de esa epidemia. Allá adonde yo vaya olerá a derrota. >> 

En todo momento durante este fragmento y durante la obra se habla de esa dura realidad que se vivió y, sobre todo, se sufrió.


TEXTO 2º:

Ahora lamento no haber dicho a mis padres que el hermano Salvador me vigilaba, porque el día que se presentó en casa de improviso no estaban prevenidos. Llegó dando patadas a la puerta y gritando. Mi madre no tuvo más remedio que dejarle pasar. Recuerdo que la casa estaba casi sin muebles porque se los estaba llevando gente desconocida por razones que no me atrevía a preguntar pero que yo atribuía a su pobreza y no a la nuestra. Entró como una exhalación llamándome y no dejó de vociferar hasta que me encontró en la cocina fingiendo leer Alicia en el País de las Maravillas. 

Me preguntó cómo estaba, me arrancó el libro de las manos, me lo devolvió inmediatamente y me pidió, sin esperar mi respuesta, que le dejara hablar un momento con mi madre. Durante muchos años me ha atormentado el remordimiento por haber invocado a los leprosos para que se comieran a ese energúmeno que estaba haciendo daño a mi madre, porque cuando acudí aterrorizado al oír sus gritos, vi cómo mi padre, desangelado e impotente, se abalanzaba sobre el hermano Salvador que estaba a horcajadas sobre ella, que se protegía el rostro con las manos para evitar el aliento de aquel puerco que hocicaba en su escote. Mi padre había salido del armario. 

ORGANIZACIÓN DE IDEAS, TEMA, RESUMEN Y COMENTARIO CRÍTICO
(RESPUESTAS DE VIRGINIA GONZÁLEZ)

1.   ORGANIZACIÓN DE IDEAS

El texto al que nos enfrentamos pertenece a la obra de Alberto Méndez: Los girasoles ciegos. La obra completa está formada por cuatro relatos que narran cada una de las derrotas de varias víctimas de la guerra civil. Son historias crudas de tiempos duros, sutilmente engarzadas entre sí, contadas con estilos distintos de narradores diversos que van mostrando a la verdadera protagonista del libro: la derrota. Nos muestra pues a gente derrotada, a las que la guerra les ha quitado todo lo que valoran en la vida: la libertad, los seres queridos, la paz y a muchos incluso la vida. 

En este texto distinguimos las siguientes ideas:
1.   Lamento actual de Lorenzo por no haber podido avisar a sus padres.
2.   Descripción de la violenta entrada del hermano Salvador
3.   Recuerdo actual del remordimiento por haberle deseado tanto mal al cura.
4.   Punto de inflexión del relato: Ricardo sale de su escondite empujado por la furia.

La primera abarca desde “Ahora lamento” hasta “no estaban prevenidos”, donde ahora Lorenzo se lamenta por no haber podido avisar a sus padres de que el hermano Salvador andaba muy pendiente de él, por lo que deducimos que sus padres no sabían que el cura podría llegar en cualquier momento.

La segunda comprende desde “Llegó dando patadas” (mitad del primer párrafo) hasta “con mi madre” (final del segundo párrafo). En ella, Lorenzo describe el recuerdo de la violenta entrada de Salvador en la casa.

La tercera idea va desde “Durante muchos años” (principio del tercer párrafo) hasta “daño a mi madre.” Damos otro salto en el tiempo y volvemos a la actualidad, cuando Lorenzo reconoce haber sentido remordimiento por haberle deseado el mal al cura, que tanto daño hacía a su madre.

La cuarta idea abarca desde “porque cuando acudí” (mitad del tercer párrafo) hasta el final. Otro salto en el tiempo y Lorenzo vuelve a la narración de los hechos, cuando su padre sale de su escondite para abalanzarse sobre el cura y defender a su mujer. Esta última idea es la consecuencia de todo el relato, ya que en él, el sacerdote no deja de acosar a Elena y por ello finalmente Ricardo descarga su ira y su impotencia sobre él.

RESUMEN: Lorenzo narra lo sucedido en el punto de inflexión del relato: el momento en que su padre sale de su escondite para hacer pagar al hermano Salvador lo que le estaba haciendo a su familia.

TEMA: Narración de los hechos y la perspectiva actual de Lorenzo. Apenado por no haber podido avisar a sus padres, reconoce haber sentido remordimiento por maldecir al cura.
3       COMENTARIO CRÍTICO DE IDEAS
ü  Recuerdo actual del remordimiento por haberle deseado tanto mal al cura.
A pesar de haber hecho el intento de separar la Iglesia del Estado, es evidente que la Iglesia es un poder fáctico que todavía hoy en día ejerce su influencia sobre la mentalidad y la moral de la población, obviamente, creyente. Sin embargo, no siempre se trata de aspectos de la moral que puedan hacerlos mejores personas (puesto que no por ser creyente se tiene mejor corazón), sino que se trata de aspectos que orientan la mentalidad de sus seguidores hacia los intereses de la propia Iglesia. Sin embargo, echando la vista atrás, el panorama es mucho más asombroso. Durante toda la historia de España, la Iglesia ha estado siempre (unas veces más y otras veces menos) ligada al Estado. Actualmente esa unión no es tan fuerte, a pesar de que hace tan sólo 40 años terminó el régimen militar durante el cual la Iglesia influyó más que nunca en la toma de decisiones del Estado: el franquismo.

Es precisamente esa influencia la que ejerce sobre el pequeño Lorenzo que, educado en el colegio en la fe cristiana, no puede más que recriminarse a sí mismo haberle deseado el mal al hermano Salvador, un deseo completamente justificado y comprensible. Después de todos los males que le hizo a la familia, lo mínimo es guardarle rencor, y aun así Lorenzo sentirá remordimiento por odiar al sacerdote.

Llegados a este punto, ¿intenta la Iglesia quitarnos una parte de nuestra alma humana como es el rencor o la ira? Claro que son aspectos negativos, pero son esencialmente humanos. ¿Es la fe una forma de adormecernos y conformarnos con lo malo que nos ocurre aun cuando es culpa de alguien que nos daña con maldad?  No es justo que, a pesar de haber estado sometido a las vejaciones de semejante elemento como es el hermano Salvador, encima el chico haya sentido remordimiento por odiarle. Es una consecuencia, es el principio de acción-reacción, y es odio, odiamos a quien nos daña porque quien nos daña es malvado. Sin embargo, como dice  Edward Bloom (Ewan McGregor) en Big fish (de Tim Burton) “muchas de las personas a las que consideramos malvadas, no son más que solitarios o les faltan modales”. Por otra parte, ¿puede ese alguien intentar instruirnos en una forma de actuar si ese alguien no es la más indicada para dar lecciones?

Pues en eso podríamos decir que se basa la Iglesia: dar lecciones de bondad y perfección con modelos imperfectos, como somos todas las personas; y adormecer al sometido, hacerlo pensar en una vida eterna durante la cual se te compensará por el daño sufrido en esta y así, olvidar y soportar todo lo que te ocurra en esta vida terrenal. Pues bien, abramos los ojos. Despertemos. No es en la vida eterna en la que debemos pensar, es esta la que debemos aprovechar, vivir y disfrutarla al máximo. Pensemos que si la vida se reduce a dormir (poco), comer (a toda prisa), amar (de refilón) y trabajar (mucho y mal pagado), no se puede llamar vida.

COMENTARIO CRÍTICO REALIZADO POR MIGUEL ÁVILA

Nos encontramos ante un texto narrativo de carácter literario perteneciente a la obra Los Girasoles Ciegos, de Alberto Méndez. Este libro es la combinación de cuatro historias crueles y angustiosas ambientadas en la posguerra española que se relacionan entre sí, y todas suponen una derrota ya que, como nos da a entender el autor mediante el capitán Alegria, en una guerra no hay vencedores. 

Este fragmento forma parte de la “cuarta derrota” cuyo título es el mismo que el de la obra completa. En este relato se nos presenta la vida de Ricardo, un topo escondido por sus ideales republicanos, y a su familia, compuesta por su hijo Lorenzo y su mujer Elena. Corresponde con el final de la historia, cuando el diácono profesor de Lorenzo acosa deliberadamente a Elena en su propia casa y Ricardo, en vano, sale del armario para intentar protegerla. Todo esto ocurre cuando Lorenzo tenía unos 8 años, aunque en el relato lo narre un Lorenzo adulto. 

El texto gira en torno a la agresión sexual a Elena, con lo que el autor quiere reflejar el descontrol de la posguerra, cómo los que pueden abusar de su situación no dudan en hacerlo. Si indagamos más a fondo, esta agresión sexual tiene un doble filo; por un lado un caso de violencia de género, ya que tras una guerra los más desfavorecidos son las mujeres y los niños, debido a su vulnerabilidad, y por el otro lado una crítica a la actitud de la Iglesia, al papel que jugó tras la contienda, ya que este abuso sexual por parte de un miembro del clero queda muy lejos de la supuesta actuación de caridad que deben tener estos individuos. Aunque los abusos por parte de la Iglesia no son nada nuevo y se habían dado con anterioridad, actualmente están saliendo a la luz muchos casos de abusos sexuales por parte de los curas, ya que antes la gente no se atrevía a decir nada si ocurría algo parecido, debido al enorme poder que tenía la religión católica en España, de esta manera podemos observar la actitud republicana y anticlerical del autor. 

El cura abusador, llamado Salvador, es uno de los muchos casos que debió de haber en la época en los que, por culpa de la imposición de un cristianismo extremo y deformado, las personalidades se desequilibraban dando lugar a actuaciones como estas; obsesiones. La religión se iba introduciendo en los cerebros de las personas desde que iban a la escuela, tachando algunos actos como “impuros” y recordando una y otra vez el temor que hay que tenerle a Dios, los remordimientos que te inundarían si actuabas mal. 

He ido haciendo una crítica desde mi punto de vista y también desde el del autor, dado que comparto su opinión completamente. Alberto Méndez critica la brutal represión tras la posguerra, la falta de libertad que nunca acababa en algo bueno, las actuaciones inmorales por parte de los “predicadores del bien” (clero), y todo eso lo hace casi sin darle importancia a quienes ganaron la guerra, simplemente qué pasó tras ella. Nos invita a reflexionar sobre el porqué de las guerras, yo creo que son absurdas, ¿cómo van a tener miles de personas algo por lo que enfrentarse?, eso no surge solo, las guerras no estallan porque uno, cien o mil hombres normales con sus familias se lleven mal, las guerras están provocadas desde arriba; dinero para los bancos, intereses políticos, armamento...Todos estos motivos además están ligados entre sí, las guerras no acabarán cuando acaben los conflictos sociales, dado que siempre los habrá ya que es imposible que coincidan toda las opiniones, las guerras terminarán cuando nos demos cuenta de a quienes servimos realmente.


Una de las cosas que más me sorprende es que, inevitablemente, todos teníamos recuerdos de la guerra civil, del cerco de Madrid, de los acosos de las bombas y de los obuses. Sin embargo, nunca hablábamos de ello. 


En el colegio, Franco, José Antonio Primo de Rivera, la Falange, el Movimiento eran cosas que habían aparecido como por ensalmo, que habían caído del cielo para poner orden en el caos, para devolver a los hombres la gloria y la cordura. No había víctimas, eran héroes, no había muertos, eran caídos por Dios y por España, y no había guerra porque la Victoria, al escribirse con mayúscula, era algo más parecido a la fuerza de la gravedad que a la resolución de un conflicto entre los hombres. 


Del grupo de amigos que formaban parte de aquel universo sólo uno, Javier Ruiz Tapiador, vestía muy de tarde en tarde el uniforme de Flecha. Tenía ocho años y ya parecía un hombre en miniatura: hablaba con voz grave, tenía un tupé inalterable por la brillantina y una forma de vestir que reflejaba cierto bienestar en su familia. Su casa era caliente, y acogedora y, para corroborar su liderazgo, tenía un hermano mayor, Carlos, que nos contaba cuentos de terror a todo el grupo de amigos con una pasión en sus descripciones, con una maestría para crear situaciones horrendas, que aún hoy sigue sorprendiéndome su inefable capacidad de narrar historias improvisadas. 

A la luz de una vela que le confería un aire fantasmal, hablando cadenciosamente y salpicando su narración de onomatopeyas escalofriantes, comenzaba siempre su relato hablándonos de unos hechos pavorosos que él había presenciado. 

Los protagonistas eran siempre un grupo de niños de nuestra edad acosados por un ejército de leprosos que se movían lenta y amenazadoramente buscando nuestras vísceras como si fueran su única posibilidad de sobrevivir. La lepra no era una enfermedad infecciosa, era una enfermedad del alma y su peligro no estribaba en el contagio sino en su voracidad caníbal. 

COMENTARIO REALIZADO POR JAIME PADILLA

Nos encontramos ante un texto narrativo de carácter literario extraído de la obra Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, publicada en 2004. Este escritor, perteneciente a la narrativa actual, se encuentra ‘’entre las sombras’’ pues es conocido únicamente por esta obra. Los girasoles ciegos, puede dividirse en cuatro historias dolorosas, emocionantes, tristes, ambientadas en la época de la posguerra española, período de desdichas e infortunios donde los haya. Cada historia supone una “derrota” para los personajes pues a lo largo de la obra nos narran sus desventuras y desastres. 

Este fragmento pertenece a la “cuarta derrota”, que se titula igual que la obra completa (Los girasoles ciegos). Haciendo referencia al texto, se nos sitúa en una parte avanzada de la obra, Lorenzo, uno de los narradores de este relato, nos cuenta cómo la Falange española estaba cambiando el país y para ello se justificaban en mandatos divinos y en la recuperación del honor pero, Lorenzo, en realidad, compara sus temores hacia los leprosos con el apetito asesino de los soldados franquistas. El protagonista, conoce perfectamente la situación política y social de su época pues su padre, Ricardo, vive encerrado en un armario para intentar eludir a la muerte, que día sí día no, lo persigue y lo atormenta con un sonido que vaticina un desastroso final, el ruido del ascensor. Mientras, se nos presenta un personaje que intenta dar un brillo de esperanza a la vida de su marido, ésta es por supuesto Elena, la madre de Lorenzo que miserablemente tendrá que sufrir el acoso de un cura cegado por la lujuria y la lascivia. 

Para dar comienzo con el comentario crítico he de señalar que todo este fragmento gira en torno a una idea fundamental, la Guerra civil española y la posguerra. Lorenzo comenta que, junto a sus amigos, lo único que permanece en su recuerdo es la angustia, los sonidos de las bombas, de disparos y gritos. 

¿Se podrían imaginar por un momento volver a esa época, sobretodo, como un niño? Me parece profundamente triste que los seres más inocentes del mundo tuvieran que sufrir tantas penurias por una guerra que ni siquiera sabían que existía y lo peor de todo es que los recuerdos de una guerra no se olvidan, no tanto porque nosotros no queramos, sino porque, como siempre, los vencedores intentan demostrar quién está al mando. Esta idea aparece perfectamente representada en el segundo párrafo donde las figuras de Franco y Primo de Rivera representan a los ‘’enviados de Dios’’. Sinceramente no creo que casi nadie se creyera esas historias pues para lo único que sirvió esta guerra fue para despertar los peores ideales y sentimientos que tenemos los seres humanos. Como nos narra Lorenzo, ‘’Victoria se escribe con mayúscula’’ ahora se intenta enmascarar la guerra pero de una forma muy sutil, que duela y recuerde a la población a quién deben someterse. 


En el tercer párrafo se hace referencia a la búsqueda del poder y la prosperidad familiar. Estas ideas quedan expresadas por la exhibición de los símbolos falangistas que hace su amigo: uniforme de flecha, voz grave, tupé inalterable y el bienestar familiar en su forma de vestir, su casa caliente y acogedora. Estos acontecimientos pueden compararse con el término coloquial ‘’vendido’’. Con la llegada de la posguerra muchos ciudadanos y políticos aceptaron a los nuevos gobernantes y muchos de ellos decidieron aliarse con los vencedores aunque antes se encontraran en el otro bando. ¿Sigue siendo el peloteo, la hipocresía y la adulación una forma de ascender en la vida? En mi opinión cada individuo debe seguir y luchar por los ideales y no debe cambiar de opinión ni excusarse pésimamente, pues si de verdad crees en algo, vas a luchar por ello incluso aunque pueda llegar a costarte la vida. 

Por último, creo que otra línea interesante para comentar aparece reflejada en el último párrafo donde se produce una comparación entre los cuentos de terror y la guerra. Podemos estar hablando de la intolerancia como enfermedad social, del rechazo a quienes no son como nosotros, a quienes necesitamos a toda costa destruir para nuestra propia supervivencia. El intolerante no piensa, como los leprosos se mueven siempre en masa, lenta y amenazadoramente. El problema no es que sea una enfermedad infecciosa porque no pueden contaminarte con sus creencias, sino su voracidad caníbal, devorar, destruir a los demás, a quienes no son como ellos. Este último fragmento, es la obra maestra de esta gran novela, que nos recuerda que la guerra civil y la posguerra fueron períodos de tormento y desgracia por lo que no debemos olvidarlo sino mantenerlo para no volver a cometer los mismos errores. 


Marina Pérez Jiménez 


PÁGINA 22 

No encontraba mi lápiz (lo poco que queda de él) y he estado muchos días sin poder escribir nada. También eso es silencio, también eso es mordaza. Pero hoy, cuando lo he encontrado bajo un montón de leña, he tenido la sensación de que recobraba el don de la palabra. No sé lo que siento hasta que lo formulo, debe de ser mi educación campesina. Hoy he estado encaramado mucho tiempo en un tronco deshojado tratando de buscar huellas de algún animal que pueda servirnos de alimento. 

He visto un paisaje blanco y sin aristas, extenso, interminable, acunado por un viento pertinaz y frío cuyo zumbido sólo sirve para reafirmar el silencio. Y mientras estaba allí, observando, sentía algo que no lograba identificar, algo que ni siquiera sabía si era bueno o malo. Ahora que ya he encontrado mi lápiz, sé lo que era: soledad. 


Este fragmento pertenece a la novela Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez (1943-2004), que recibió el premio nacional de narrativa a título póstumo. El autor publicó esta obra con 63 años sin llegar a ver el gran éxito que alcanzó, pues murió seis meses después de publicar el libro. Alberto Méndez no tenía ningún tipo de carrera literaria previa a esta novela, de modo que la gran difusión que ha tenido no se ha debido a un enorme despliegue de marketing, sino a su valía literaria, pues se difundió de boca en boca. 

El escenario de la obra corresponde a la guerra civil española y a la inmediata posguerra y con ello el escritor pretende dejar constancia de estos hechos tan terribles de la historia de España, de forma que no queden en el olvido, rezagados en un oscuro rincón de nuestra memoria. La novela está organizada en cuatro relatos, derrotas como las llama el autor, pues nos cuentan historias de gente corriente (intrahistoria) en la España oprimida de la posguerra y todos sus personajes, pertenezcan al bando de los vencedores o de los vencidos, han sido derrotados de todas formas. En esta novela no hay ganadores ni perdedores, todos son víctimas de la guerra. En concreto, este fragmento pertenece a la segunda derrota o “Manuscrito encontrado en el olvido”, que ha sido reconocido por muchos críticos como el relato más logrado y sobrecogedor de este libro, que fue finalista del Premio Internacional de Cuentos Max Aub en 2002. Este texto aparece casi al final de este relato y nos cuenta la desolación que siente el joven protagonista ante la pérdida de su lápiz y lo que supone para él volver a encontrarlo. 

Este relato está escrito en forma de diario íntimo, lo que acerca al lector a los pensamientos del personaje, que nos narra en primera persona su lucha en vano por salvar a su hijo recién nacido tras la muerte de la joven madre después del parto, en plena huida. El joven poeta necesita el lápiz para poder escribir en su diario y expresar lo que siente. En un recóndito lugar de las montañas, sin nadie con quien hablar, el protagonista se siente solo y la escritura le permite reflejar sus pensamientos y aclarar sus ideas. Al perder el lápiz, pierde el don de la palabra y con ella el pensamiento y la capacidad para saber qué ocurre en su turbado interior. Sin el lápiz no logra identificar sus sentimientos y emociones. 

Este tema, que aparece aquí encubierto dentro de la cruda historia que se nos cuenta, está siendo objeto de debate en la actualidad entre los numerosos lingüistas y psicólogos que se han planteado qué es lo primero: ¿el pensamiento o el lenguaje? Hay algunos que plantean que sin lenguaje no podríamos pensar, mientras que otros opinan que el lenguaje es realmente una consecuencia del pensamiento. Personalmente, creo que estas dos capacidades que distinguen al ser humano están íntimamente relacionadas y que no podría existir una sin la otra, ya que las dos se complementan y se necesitan mutuamente. 

En este párrafo del diario del poeta, este desconoce lo que está sintiendo hasta que es capaz de usar la palabra. Dado que el protagonista se encuentra solo en medio de las montañas, el único modo de usar esta facultad es escribir este manuscrito. El sentimiento que asola al poeta y que no logra expresar nos es desvelado al final de este párrafo, la soledad. 

El autor refleja la necesidad de comunicación del ser humano y el papel que juega la escritura como forma de comunicación. Mucha gente escribe un diario para descargar sus emociones e inquietudes. Cuando estamos solos, la necesidad de escribir es mayor, ya que es la única forma de echar fuera nuestros sentimientos y quizá, como sugiere el autor, la única manera de conocer lo que sentimos. 

CUESTIONES RESUELTAS


Ahora lamento no haber dicho a mis padres que el hermano Salvador me vigilaba, porque el día que se presentó en casa de improviso no estaban prevenidos. Llegó dando patadas a la puerta y gritando. Mi madre no tuvo más remedio que dejarle pasar. Recuerdo que la casa estaba casi sin muebles porque se los estaba llevando gente desconocida por razones que no me atrevía a preguntar pero que yo atribuía a su pobreza y no a la nuestra.

Entró como una exhalación llamándome y no dejó de vociferar hasta que me encontró en la cocina fingiendo leer Alicia en el País de las Maravillas. Me preguntó cómo estaba, me arrancó el libro de las manos, me lo devolvió inmediatamente y me pidió, sin esperar mi respuesta, que le dejara hablar un momento con mi madre.

Durante muchos años me ha atormentado el remordimiento por haber invocado a los leprosos para que se comieran a ese energúmeno que estaba haciendo daño a mi madre, porque cuando acudí aterrorizado al oír sus gritos, vi cómo mi padre, desangelado e impotente, se abalanzaba sobre el hermano Salvador que estaba a horcajadas sobre ella, que se protegía el rostro con las manos para evitar el aliento de aquel puerco que hocicaba en su escote. Mi padre había salido del armario.

(Los girasoles ciegos, Alberto Méndez)


1: Organización de las ideas del texto:

I. Recuerdo de la llegada violenta del padre Salvador a casa de Lorenzo (primer párrafo).

a) Lamento de Lorenzo por no haber advertido a sus padres de la vigilancia del padre Salvador. (Presente temporal)

b) Llegada violenta del cura a casa del niño.

c) Alusión al estado de la casa, casi vacía.


II. Diálogo del cura con el niño (párrafo segundo)

a) Búsqueda del niño, que se encuentra en la cocina.

b) Petición de que lo deje estar a solas con su madre.


III. Agresión sexual del padre Salvador a Elena (párrafo tercero):

a) Arrepentimiento de Lorenzo por desear que al cura se lo comieran los leprosos.


b) Alusión al daño que el cura estaba haciendo a su madre.

c) La actitud del padre: sale de su escondite y se abalanza sobre el cura para salvar a su mujer.

Como puede observarse, la estructura, desde el presente narrativo nos traslada al pasado de la narración, que sigue, en general, el orden lineal de los acontecimientos.


2: Mención del tema y resumen

Tema: Narración de la agresión sexual del padre Salvador a Elena.

Resumen: Lorenzo lamenta no haber advertido a sus padres de la vigilancia del padre Salvador sobre él y recuerda cómo el cura irrumpió un día violentamente en su casa, casi vacía, lo buscó a él, que era un niño y estaba en la cocina fingiendo leer, le pidió que lo dejará solo con su madre e intentó violarla. En ese momento, el padre de Lorenzo salió del armario y socorrió su esposa.


3: Comentario crítico del contenido del texto

Estamos ante un texto narrativo de carácter literario perteneciente a la obra Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, publicada en 2004. Se trata de un narrador perteneciente a la narrativa actual, conocido únicamente por esta obra, que es un conjunto de cuatro historias dolorosas, emocionantes, duras, ambientadas en la época de la posguerra española. Cada historia es un relato que supone una “derrota”. Este fragmento pertenece a la “cuarta derrota”, que se titula igual que la obra completa (Los girasoles ciegos). En este relato se habla de Ricardo, un topo escondido en un armario debido a sus ideas republicanas. Su familia, compuesta por su mujer Elena y su hijo Lorenzo, lo protege entre miedos y silencios. El texto en cuestión nos muestra el final del relato, cuando Ricardo decide salir del armario para salvar a su esposa, acosada libidinosamente por el padre Salvador, un diácono profesor del hijo del matrimonio. Aunque la historia ocurrió cuando Lorenzo era pequeño, es narrada en primera persona por un Lorenzo adulto.

El tema del texto, por tanto, es la agresión sexual del cura a Elena. Es un hecho criticable: por una parte, es un caso más de violencia de género, lamentablemente tan actual; por otra parte, el texto muestra claramente la denuncia de la actitud libidinosa de un cura. 

Los casos de abusos sexuales por parte del clero no era ninguna novedad en época de postguerra. Ha sido un tema recurrente en muchos momentos de la historia. Y en la actualidad sigue teniendo máxima vigencia: presenciamos, sin necesidad de irnos lejos, a través de los medios de comunicación, cómo se está viendo afectada la Iglesia Católica en los últimos tiempos por las denuncias de abusos sexuales a menores. El Papa ha tratado el tema de la pederastia en su última intervención en la Plaza de San Pedro, ante miles de sacerdotes. En estos días estamos asistiendo a las críticas en los medios de comunicación por la incorporación de un sacerdote acusado de pederastia a sus labores eclesiásticas en una parroquia de Mengíbar (Jaén), tras cumplir su condena. En el contexto de la obra, el alcance de esos abusos aumenta porque el poder del estamento clerical va unido al hecho de que el clero está ligado al bando de los ganadores de la Guerra Civil Española. El autor, siempre al lado de los vencidos, en concordancia con su ideología republicana, muestra en el texto y en toda la obra una actitud anticlerical. El anticlericalismo es un tema que goza también de gran tradición literaria: en los Milagros de Nuestra Señora tenemos el sacristán fornicario; en el Lazarillo de Tormes, el fraile de la Merced; en los cuentos de Samaniego numerosos casos de prácticas sexuales poco lícitas… Y el refranero popular presenta también numerosos ejemplos de anticlericalismo (Cuando vieses un fraile de la Merced, arrima tu culo a la pared, etc.).

El padre Salvador es un cura obsesionado sexualmente con Elena y lo demuestra a través de la violencia física (dando patadas…, gritando, me arrancó el libro, a horcajadas sobre ella… hocicaba en su escote…). Se trata de un caso característico de personalidad desequilibrada debido quizá a la imposición de un cristianismo extremo y al influjo de la educación de la época que imponía una mentalidad temerosa de Dios y del castigo. Ni siquiera el niño, educado en familia republicana, está libre de esta manera de hablar que suena a catecismo, a remordimientos, a gran temor de Dios: Durante muchos años me ha atormentado el remordimiento por haber invocado a los leprosos para que se comieran a ese energúmeno que estaba haciendo daño a mi madre.

Tan importante como el tema de la agresión de Elena es la anagnórisis (revelación, descubrimiento) de Ricardo, su marido, para evitar que llegue a consumarse la agresión sexual. Esa aparición, este “salir del armario” que en la actualidad tiene connotaciones bien distintas, en el texto significa que renuncia a esconderse más, que prefiere salir a la luz para salvar a su mujer de esa agresión y atenerse a todas las consecuencias que de ello se derivan. Las consecuencias para un topo que salía a la luz eran la cárcel y la muerte. En España se llamó “topos” a las personas que vivían escondidas tras la Guerra Civil Española para escapar de la represión franquista. El autor, Alberto Méndez, de ideología comunista, se solidariza en el libro con esta figura reprimida y humillada, víctima de la falta de libertad del régimen.




Al margen de ideologías políticas, lo que queda claro con respecto al contenido del texto es que debemos denunciar las actitudes intolerantes y represoras que hacen que las personas se encierren (Ricardo, escondido en el armario), sientan miedo y sufran. Y en esto, creo, estamos todos de acuerdo: no porque seamos de un bando ni de otro, sino porque la libertad es un derecho del ser humano, que, desgraciadamente durante muchas épocas ha brillado por su ausencia. Este texto y esta obra pretenden ser un testimonio de ello que debe servirnos para reflexionar y para evitar en el futuro, sobre todo por parte de los jóvenes, repetir los errores del pasado. Y si remover el pasado sirve para hacer justicia, que se remueva. Las víctimas han de ser lloradas y honradas y el olvido no es ninguna opción.

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